Entrevistamos a Emilia Clarke: “No quise que la historia de mi salud fuera un título sensacionalista”

Entrevistamos a Emilia Clarke: “No quise que la historia de mi salud fuera un título sensacionalista”

La inglesa con la sonrisa más grande se abre y nos contagia su pasión. La historia antes y después de los dragones, su actualidad como embajadora de Clinique y su rol más querido: el de luchar por los derechos de los enfermos y de las mujeres.

24/05/2020 23:15

La energía que transmite hace que las distancias, de todo tipo, entre Londres y Buenos Aires desaparezcan. “¡Hola, soy Emilia!”, saluda con entusiasmo. Y parece como si su histriónica sonrisa se hiciera presente.

Emilia Clarke, la actriz inglesa que será para siempre la madre de los dragones de “Game of Thrones” contagia vitalidad. Algo que hace casi una década tuvo mucho miedo de perder.

Son historias largas. Pero tenemos tiempo.

Conversamos con Emilia en diciembre de 2019. ¿La excusa? Compartir su experiencia en el nuevo rol como embajadora global de Clinique y su primera campaña con la línea ID Collection, que llegó en abril a nuestro país.

Pero además elegimos aquel momento para charlar con ella, aprovechando el clima ideal para conocer a la mujer detrás de la aguerrida y platinada Daenerys Targaryen. Hacía unos meses se había despedido de esa “mezcla de Napoleón y Juana de Arco”, como le dijeron los productores al describir el personaje. Este 2020 ya no será más la musa de las nenas en Halloween, como dice ella.

Es que la serie basada en las novelas de George R. R. Martin que Emilia Clarke protagonizó llegó a su fin el año pasado, después de ocho temporadas, casi diez años de trabajo, reiterados premios y variopintas pasiones desatadas. La producción de HBO marcó un antes y un después en la cultura pop. Por supuesto, también en la vida de la actriz. Pero no fue lo único que la transformó en la última década.

Emilia se crió en Oxford, con una mamá dedicada al marketing empresarial y un papá laburante del teatro  como diseñador de sonido. Aunque junto a su hermano pasó su infancia en las bambalinas de los escenarios londinenses, el Sr. Clarke no celebró que antes de los 5 años ella ya quisiera ser actriz. “Conocía el ambiente y decía que los actores terminaban neuróticos o desocupados.”

Si bien eso no le pasó, Emilia tampoco tuvo (fuera de la pantalla) un cuento de hadas. Después de participar  en todas las obras de la escuela, fracasar en castings de musicales y hacer papeles en el off, terminó el colegio y se fue un año de viaje como mochilera. Al volver, empezó a estudiar arte dramático. Mientras, también trabajó: en un call center, en un bar y hasta en un museo donde indicaba que el baño quedaba al fondo a la derecha. En resumen, lo que hace cualquier chica de veinte años.

Nunca imaginó que sería imagen de Dolce & Gabbana ni que su voz iba a tener peso de lobby para intentar mejorar el estatus laboral de las enfermeras en su país.

Tampoco sospechó que la fuerte migraña que tuvo a los 14 años iba a significar algo una década más tarde. Ni  supuso la escalada de estrés en la que iba a entrar después de oír la frase “Felicitaciones, princesa” en el casting definitivo de “Game of Thrones”.

Había volado a Los Angeles para esa prueba sin ninguna experiencia profesional. Apenas se estrenó la primera temporada su nombre trepó directo a la cima de los favoritos en los rankings de IMDB. Pero entre esos dos instantes, hubo un momento en la vida de Emilia en el que ella misma no pudo nombrarse.

Porque Clarke sufrió dos accidentes cerebrovasculares antes de sus 25 años.

La primera aneurisma la tuvo en febrero de 2011, en medio de la posproducción de la primera parte de GOT.  La segunda, en 2013, después de terminar el rodaje de la tercera temporada.

Pero Emilia sobrevivió. No sólo a dos delicadas operaciones en su cerebro. Según relata, sobrevivió al miedo, a la inseguridad, al dolor y a la desesperanza. Superó el pánico a morir y el terror de contar ese sentimiento públicamente. Lo hizo hace poco más de un año, en un testimonio en primera persona en The New Yorker.

Antes, reconoce haber negado su historia en las entrevistas. Ahora, está al frente de una organización, llamada Same You, que se dedica a brindar ayuda para la rehabilitación neurológica.

Entre las secuelas que Emilia superó estuvo la afasia, un trauma en el lenguaje que le impedía decir su nombre. Quizás por eso la sentimos tan viva al decirlo con alegría para iniciar la charla.

D.R.
D.R.

EMILIA CLARKE Me animé a unirme a Clinique porque tienen una propuesta con énfasis en la salud y en las individualidades. Promueven un look natural y accesible, en el que me siento identificada. Creo que con su enorme variedad de opciones para el cuidado de la piel es una marca que busca resaltar las particularidades en lugar de unificarnos a todas detrás de enormes capas de maquillaje. No estaría de acuerdo con eso. Yo intento ser auténtica en todo lo que hago. Trato de que ninguna se sienta excluida al verme. No me gustaría que alguien crea que tiene que hacer algo diferente o especial para verse o estar hermosa.

ELLE ¿ESO PODRÍA RESULTAR CONTRADICTORIO CON EL DESFILE EN UNA ALFOMBRA ROJA?

E.C. No. Cuando estoy en una alfombra roja me gusta fingir que no tengo maquillaje y que me compré el vestido. Pero eso nunca va a suceder. Todo el mundo sabe que la ropa me la prestan y que alguien se encarga de mi cara. Ese no es mi día a día. Sólo soy una actriz, en un rol, contando una historia. Mi paso por una alfombra roja representa el 0,001% de mi vida. En mi perfil de Instagram cualquiera puede ver cómo soy en lo cotidiano. Libre y a cara lavada, con mi familia y mis amigos, saliendo a correr por Londres. Igual nunca voy a pretender que mi vida sea común y corriente. Sé que no es así. Pero reflexiono al respecto. Tengo empatía con quienes sufren. Aprovecho las luces para visibilizar algunos problemas.

ELLE LA EMPATÍA, ¿ES EL OBJETIVO QUE TENÉS EN “SAME YOU”, LA ONG QUE FUNDASTE?

E.C. Intento brindar un lugar de contención para las personas que tuvieron una lesión cerebral y se sienten solas, asustadas o perdidas. Porque a pesar de que mi mundo es algo diferente, sé cómo se siente eso. Lo viví. Es como caminar en una cuerda floja. No quiero generalizar y decir que todos atraviesan lo mismo. Pero busco ofrecerles un espacio a los que lo padezcan si lo necesitan.

ELLE ¿POR QUÉ DECIDISTE CONTAR LA HISTORIA DE TU ACCIDENTE CEREBRAL DESPUÉS DE TANTO TIEMPO?

E.C. Fue una decisión muy difícil. Llevó muchos años y esfuerzo poder hablarlo. Me preparé para estar bien, para no sentir miedos ni vergüenza. Para no quebrarme. Nunca quise que fuera solamente un titular sobre el llanto de una celebridad. Trabajé duro para darle forma a la ONG sin que mediara mi historia personal. No quería ser señalada como un caso ni tener a nadie alrededor diciendo “mírenla, pobrecita”. Hasta que entendí que contar lo que me había pasado, por ser una figura pública, iba a generar que la gente prestara atención al tema de los accidentes cerebrales. Reconocí que así tendría más capacidad de concretar acciones. Supe que si tenía la posibilidad, debía hacerlo. Comprendí que a partir de la noticia, aunque fuera tratada desde el sensacionalismo, iba a lograr forzar que los demás hablaran del problema real.

ELLE PARECÉS MUY INVOLUCRADA EN LA POLÍTICA. ¿QUÉ DEBATES CREÉS QUE TENEMOS QUE SEGUIR DANDO COMO MUJERES?

E.C. Es necesario darles visibilidad a las mujeres que sufren. Tenemos que ponerlas en el tope de nuestras prioridades y hacer algo por las que están marginadas, por las sometidas al acoso y abuso doméstico, por quienes son discriminadas laboralmente por ser madres, por la que no reciben una paga igualitaria. Recalcar que las mujeres no vamos a ser nunca vistas de la misma manera que los hombres si se sigue en un patriarcado. Si ponemos toda nuestra atención y toda nuestra luz sobre estos temas, el cambio se dará por goteo en todas y todos.

D.R.
D.R.

E.C. Sí, creo que son demasiados los temas que faltan. En particular, me interesaría narrar los problemas reales que tenemos. Quiero hablar sobre mujeres que han sido marginadas, sobre aquellas que están en crisis por la presión que implica ser una mujer moderna. También me gustaría contar cómo hacemos malabares para sostener una vida laboral y gestionar cuidados. Quisiera que se hagan visibles esas historias de mujeres aún tapadas.